Sobre "TODO" — Nicolás Rallis
“¿Cómo ser observadores sin alterar lo observado?¿cómo percibir y estar, al mismo tiempo, al margen del estado del objeto, sin proyectarnos a través de la propia mirada? Ante cada paisaje de todo, el relato de quién recorre nos obliga a ser viajantes. Ya no meros espectadores, ya no escuchantes, ya no lectores. Sucede que en cualquier momento se aparece el riesgo de toparnos con lo inesperado, y no podemos quedar ajenos. Y digo: hormigas o caimanes que se aparecen e insisten hasta percibirse con cierta naturalidad. ¿Por qué sería de otra manera? quien contempla, se detiene en la particularidad de cada espacio, porque son horas de observar obligadamente, en silencio. (“No hay un claro estado de presente, pasado y futuro”). En una sala de espera, esto puede traducirse en movimientos y en viajes a lomo de ballena, entre el hall y la máquina de café. Escribo: no creo que éste sea un relato fantástico. Las cosas ocurren en el plano de lo verídico, porque aquella contemplación y aquel recorrido suceden en la cabeza de quien se sumerge en el espanto. ¿Cómo no toparse, entonces, con las tarántulas y las grietas? desconfío de quien quiera describir esta ciénaga y no hable de las tarántulas, de las grietas y de las geometrías. De la extinción de la energía de una estrella, y sus consecuencias. De la arquitectura pensada para el hombre que la habita y la deja de habitar. Y digo: desconfío de aquel que se proclame sin fobias, de aquel que no se admita fotosensible. Julián Galay escribe desde sus entrañas, como sabe hacer música. Pero ahora, novedosamente, se permite sumar a la profundidad del sonido la crudeza de las palabras, lo concreto de la imagen. Es precisamente en este lugar donde el autor asume - o es obligado por las circunstancias - el riesgo de abandonar lo abstracto, y decir: guardapolvo, corrugado, néctar, áspero, hospital, infierno, sueños.
Desde el mundo de los vivos, desde la vigilia, pienso que así como no es un relato fantástico, tampoco es un relato netamente autobiográfico. Al acercarse al mundo de los muertos, se convierte en un relato que es contado en primera persona, en voz alta, por el lector/narrador/relator. Ya no hay umbral. Estoy ante el mármol negro y el hormigón. Estoy ciego.
Hay hormigas.”
"How to be observers without altering the observed, how to perceive and be, at the same time, outside the state of the object, without projecting through our own gaze? Before each landscape of everything, the story of who travels forces us to be travelers. No longer mere spectators, no longer listeners, no longer readers. It happens that at any moment there is the risk of running into the unexpected, and we can not remain oblivious. And I say: ants or alligators that appear and insist until perceived with a certain naturalness. Why would it be otherwise? who contemplates, stops in the particularity of each space, because they are hours of observing obligatorily, in silence. ("There is no clear state of present, past and future"). In a waiting room, this can translate into movements and trips on a whale, between the hall and the coffee machine. I write: I do not think this is a fantastic story. Things happen in the realm of truth, because that contemplation and that journey happen in the head of one who is immersed in terror. How not to run into, then, the tarantulas and the cracks? I distrust anyone who wants to describe this swamp and do not talk about the tarantulas, the cracks and the geometries. Of the extinction of the energy of a star, and its consequences. Of the architecture thought for the man who inhabits it and stops inhabiting it. And I say: I distrust those who proclaim themselves without phobias, those who do not accept photosensitive. Julian Galay writes from his insides, as he knows how to make music. But now, novelly, it is allowed to add to the depth of sound the rawness of the words, the concreteness of the image. It is precisely in this place where the author assumes - or is forced by the circumstances - the risk of abandoning the abstract, and saying: dust, corrugated, nectar, rough, hospital, hell, dreams.
From the world of the living, from the vigil, I think that just as it is not a fantastic story, it is not a purely autobiographical story either. When approaching the world of the dead, it becomes a story that is told in the first person, aloud, by the reader / narrator / rapporteur. There is no threshold anymore. I am faced with black marble and concrete. I'm blind.
There are ants. "
Nicolás Rallis, 2015.